EL NACIMIENTO DE LA LUZ EN EL ESPÍRITU

Hoy escribo desde mi necesidad de reencuentro con una parte de mí que estuvo muchos años negada: mi espiritualidad. Quiero acompañarte con una pequeña práctica para que regreses a tu espíritu, a tu libertad de conexión con la naturaleza del invierno.

En nuestra sociedad somos muchos los que al no sentirnos identificados con el cristianismo o catolicismo (ni con ninguna otra religión mayoritaria), hemos negado una parte de nosotros en la que habitan habilidades vitales importantes para nuestra salud; como la confianza en la vida y la pertenencia a un todo mayor que nosotros, (como el universo), o la transcendencia más allá del individuo, todas estas son necesarias para nuestra armonía y salud bio-psico-social.

En la Navidad todo esto se exacerba porque podemos sentir que se nos impone una celebración que es imposible que nos pase desapercibida, obligándonos a reunirnos, a compartir creencias, leyendas, historias que no vivimos nuestras, vistiéndose además de un consumismo atroz que no hace sino alejarnos más de la lógica de la estación.

Así las cosas, en mí experiencia personal empieza a resolverse el conflicto y a surgir la armonía, cuando empiezo a conocer significado más biológico y orgánico de este momento del año, y es que alrededor del solsticio de invierno la humanidad celebra el RENACIMIENTO DE LA LUZ.

Es fácil caer en la importancia de la luz para la vida humana, más si nos imaginamos una existencia sin electricidad, de ahí que el SOL ha correspondido a una deidad, de hecho la más importante, en muchas culturas.

Parémonos un momento a ver qué le sucede al Sol a través de su viaje por el Cielo en este momento; la palabra solsticio nos habla etimológicamente de un “Sol Quieto” (sol – Sol y sistere – permanecer quieto). El día 21 (o 22, ya que en el calendario gregoriano no puede ser exacto), el sol ocupa su lugar más bajo respecto al horizonte haciendo “su viaje más corto”. Desde nuestra observación pareciera que se quedara quieto para después volver a subir; es a partir de algunos días después (3 días después, es decir el 24) que percibimos que LA LUZ AUMENTA, el sol sigue su viaje victorioso como promesa del mantenimiento de la vida, es por eso que nuestros viejos abuelos celebraban su NACIMIENTO.

Son numerosas, afortunadamente, las historias testigo de ancestrales rituales y festividades alrededor del solsticio de invierno de las que tenemos noticias, aunque sea menguadas por la apropiación de religiones posteriores.

«Es una referencia astronómica que la civilización romana celebraba como la Natalis Solis Invictis, la fiesta del nacimiento del sol invencible, en la cual el astro ganaba la batalla a las tinieblas del invierno. Los cristianos decidieron establecer el nacimiento de Jesús en estas fechas para facilitar a los romanos la conversión al cristianismo sin tener que abandonar sus festividades. La Navidad no es más que la celebración astronómica del solsticio de invierno», explica el astrónomo Borja Tosar.

«Del solsticio de Invierno a la Navidad», Fonseca, Xavier, La Voz de Galicia, 21 Dic 2018.

Es lógico pensar que si la humanidad antigua celebraba el nacimiento de su dios (el sol) una vez había conseguido retornar tras el solsticio, en el momento en que una determinada civilización llamó a su dios Cristo, Jesús, etc., coincidiera su nacimiento igualmente con el solsticio:

El principio del Evangelio de San Juan marca esta relación entre Jesús con las divinidades solares: “En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron (…) La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.” (Jn 1, 4-5, 9)

«Solsticio de Invierno y Navidad», Postela, Ruth, http://www.detectivesdelahistoria.es/solsticio-de-invierno-y-navidad/

En otra ocasión nos extenderemos en tradiciones ancestrales interesantísimas sobre las energías del solsticio, como las celtas de Yule, el uso energía del fuego para ayudarnos a mantener la confianza en que la luz volverá; pero en esta ocasión prefiero centrarme en la importancia de recoger la energía que la naturaleza nos trae para profundizar en nosotras mismas.

Mi experiencia espiritual se vio enriquecida y rescatada ante la negación de la religión masiva y desprovista de significados profundos, cuando empecé a preguntarme ¿qué me pasa a mí ante la oscuridad?, ¿cómo es para mí vivir refugiada en la cueva?, ¿cómo vivo la cueva?, ¿qué ocurre en el silencio?, ¿cómo es para mí la muerte?, ¿qué está muriendo en mí?, ¿qué está naciendo?

Hay una lógica espiritual que se nos despierta entones ante la oscuridad, el silencio y la presencia más clara de la muerte (simbolizada por la propia muerte del sol). Esta lógica nos habla de nuestra necesidad de fortalecer la confianza en la vida (lo que simbolizamos con pequeñas luces, y con el fuego e la cueva), de estar más en contacto más con nuestro interior. La vida parece reducirse a su mínima expresión y ante la esencia mínima de la vida tendemos a tratar nuestro entorno desde el agradecimiento y el amor. En un ejercicio de confianza absoluta en que «todo saldrá bien» celebramos desde la abundancia, regalamos el amor que sentimos fluir dentro.

En vez de recoger tradiciones con las que cada una de nosotras se sentirá más o menos vinculada, este proceso de reencuentro con mi espiritualidad me lleva a sugerirte que busques tu propio significado del momento natural que vives cada año en este solsticio y sus días posteriores, y otras épocas en las que el invierno puede estar presente en tu paisaje interior.

Te propongo este ejercicio para conectar contigo y el renacimiento de la luz en ti:


Te sugiero que escuches esta lista que he preparado para entrar en la calma amorosa que impregna esta época, y desde ahí te dejes viajar acompañada de tu respiración. https://www.youtube.com/playlist?list=PLIEd94jMR30NlkTRzUWBSX7-tjQ-qy_dB

¡¡Gracias por tu escucha. Feliz Solsticio y Renacimiento!!