Taller «Aperitivo de Bioenergética»

El viernes 21 tuvo lugar en el Centro de Relaciones Interpersonales el taller ‘Aperitivo de Bioenergética’. Durante nuestro encuentro exploramos nuestra realidad personal corporeizada, es decir, todo aquello que somos y hemos sido y está escrito y descrito en nuestro cuerpo.

La exploración es a través de la ‘experienciación’ de una serie de movimientos agrupados en las técnicas de bioenergética, que favorecen el encuentro con lo que cada cual realmente es, descubriendo dónde bloqueamos o liberamos nuestra energía vital.

articuloaperitivo2Nos aproximamos a la vivencia de la energía, vibramos. Dejamos correr energía y toma de conciencia.

La sala del CRI se mostró acogedora y versátil para el grupo de número íntimo, justo y adecuado para dar lugar a la delicadeza y autenticidad de los descubrimientos allí llamados a ocurrir.
Buscamos la experimentación de la vitalización. Asegurándonos, primero, de estar bien enraizados. Exploramos nuestro asentamiento, fortaleciendo las raíces de cada cual para partir de una buena base para seguir avanzando en su camino.

Con la práctica de la sesión de Bioenergética ayudamos a aumentar nuestra vitalización fortaleciendo y aumentando nuestro canal respiratorio, y aprendiendo a movilizar la pelvis. Nos aproximamos a relacionarnos de manera más consciente con el centro vital: nuestro vientre.

Toda esta intención teórica, tiene mil maneras diversas de posarse en nuestra experiencia. Como ejemplo os dejamos un par de pequeños relatos de vivencia de algunos participantes de este taller:

“Llegué tan agotado que dudaba si habría nada capaz de sacar algo de mí. Y, sí, me costó. Ayudó la consigna de respetar el estado en el que había llegado, que me permitió acompasar el ritmo general a lo que yo me podía permitir siendo fiel a mí mismo, sin forzarme. Pero si hay otros días en que el milagro lo obra la posibilidad de mirar hacia dentro, este día fue la posibilidad de salir hacia fuera. Al principio, esa distancia a la que nos puso Sandra para respirar frente al otro parecía muy lejana y prudente. Pero de repente ese aire exhalado del otro llegaba tan cerca y se mezclaba con el mío….. y convertía ese ejercicio que parecía lejano en un espacio de extrema intimidad. A partir de ahí, de haber necesitado salir un poco de la armadura, de haber dejado que otro ser humano pudiera entrar un poco bajo esa coraza todo fue más fácil y ligero: mi cuerpo, mi movimiento, mi presencia allí. Me llevé lo que me tocaba llevarme ese día, el recordatorio de que somos seres sociales y afectivos, que podemos necesitar a ratos blindarnos, pero que también necesitamos salir y exponernos a los peligros y las maravillas que son los otros.”

“Vibré, temblé, a ratos de una forma exagerada. Pude conectar y sentir mi miedo. Me sorprendió esa capacidad de mis piernas para vibrar. En otros momentos sentí mucha fuerza. Y caí en la cuenta de que al estar aceptando ese temblor y miedo también podía permitirme sentir esa fuerza mía, propia.”
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