El domingo 23 celebramos en el Centro de Relaciones Interpersonales el taller de Meditación en Movimiento centrado en el chakra Anahata o del corazón.
La sala se vistió de la energía que propicia esta técnica para facilitar el movimiento del amor, del dar y recibir, abriendo el pecho, corazón y pulmones para una mejor comunicación de nuestro interior con el entorno al que pertenecemos.
El grupo fue generador y testigo de una vibración única y especial creada en aquel momento de presencia. Una experiencia que fue facilitada por la técnica de la danza del corazón, un método de meditación en movimiento de origen sufí. Se trata de una serie de movimientos que se centran en generar fluidez entre el centro de cada una (sensorial, respiratorio y gravitatorio) y el mundo, representado por los cuatro puntos cardinales.
La descripción que podamos hacer en este texto siempre quedará palidecida ante la vivencia íntima y vívida que cada participante pudo tener. Cómo en todas las prácticas que priman el conocimiento corporal, vivencial e intuitivo, por encima del cognitivo, verbal y racional, cuando intentamos traducir nuestro aprendizaje a palabras tenemos esa sensación ‘rara’ de que se quedan cortas.
En nuestra ronda final algunas de la palabras que surgieron para poner concreción y límite a la vivencia fueron: calma, agradecimiento, soltar miedos, capacidad de elección, tranquilidad, flujo y entrega. Una descripción caleidoscópica que, como trocitos de un mandala, nos pueden ayudar a tener una idea del conjunto de esta técnica de meditación.